Japón: de las ciudades inteligentes a la sociedad 5.0
Las ciudades inteligentes son una realidad. Las Tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) han permitido gestionar, crear y mejorar los sistemas que componen los territorios como los espacios públicos, la infraestructura y el transporte.
Grandes metrópolis como Tokio u Osaka, ubicadas en Japón, desde finales de la década de los noventa, se han centrado en la digitalización y en la tecnología para aumentar la eficiencia en la administración de los recursos y en la prestación de los servicios públicos.
Sin embargo, a pesar de los avances, las ciudades japonesas continuaban presentando problemas que desafiaban el desarrollo sostenible del país, tal es el caso, de la calidad de vida, la salubridad y el cambio climático.
Para garantizar el desarrollo sostenible, es decir, el equilibrio entre el crecimiento económico, el cuidado del medio ambiente y el bienestar social de la población, el Gobierno japonés, desde 2015, ha buscado consolidar un modelo de sociedad “superinteligente” o sociedad 5.0.
Sociedad 5.0: el ser humano, el centro de la transformación tecnológica
La sociedad 5.0 es una comunidad conectada e inteligente, en donde el Big Data, la Internet de las Cosas, la Inteligencia Artificial (IA) y la robótica se encuentran completamente integrados, con el objetivo de proporcionar una infraestructura digital y física que contribuya a la vida cotidiana de los habitantes.
Se trata de poner al individuo y sus necesidades en el centro de la transformación tecnológica. Por medio de la digitalización, la innovación y los avances en tecnología se busca resolver los problemas de las personas y mejorar su bienestar.
De ahí que, la sociedad 5.0 define como intereses fundamentales la salud, la asistencia social, la vida asistida y la movilidad. Para alcanzar estos objetivos, el Gobierno Japonés ha implementado distintas iniciativas en su territorio.
En la ciudad samurai de Aizuwakamatsu, se creó una plataforma inteligente en la que se recopilan datos, proporcionados por los ciudadanos, como pagos, consumo doméstico o progreso escolar de los niños, los cuales son compartidos con el Gobierno, la industria y la academia. Lo anterior, con el propósito de crear servicios que se ajusten a las necesidades de la población, en ámbitos como consumo de energía, educación, movilidad, entre otros.
Entre mayor sea la información brindada por los habitantes, más servicios personalizados tendrán. Por ejemplo: si la población comparte los datos consignados por pulseras o relojes inteligentes obtendrán, en tiempo real, recomendaciones médicas para mejorar sus hábitos y estado de salud.
Otro ejemplo es la ciudad de Arao en donde se creó un espejo de bienestar que puede identificar información como el pulso y proporcionar, mediante IA, datos sobre la edad, el sexo, el estado de ánimo y la condición de salud de la persona, con el objetivo de realizar recomendaciones que le posibiliten tener una vida más saludable.
Adicionalmente, Japón ha instaurado coches autónomos que liberan al conductor del estrés de conducir y robots al servicio de personas dependientes.
La nueva apuesta es la sociedad 5.0, una comunidad centrada en el ser humano y en sus necesidades, la cual, a través de la digitalización y los avances tecnológicos trabaje cada día por el desarrollo sostenible de la población.